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No son muchos los ecos que ha suscitado esta web en sus dos primeros meses de presencia en Internet; no llegan a dos docenas los mensajes recibidos. No es de extrañar: todo el que haya intentado un experimento de movilización cívica o llamamiento a la opinión pública desde unas bases modestas y sin disponer de grandes medios sabe que la sensación de fracaso puede invadirle muy pronto si no está preparado para una buena dosis de perseverancia.

Con todo, es alentador que entre las reacciones suscitadas –la mayoría simpatizantes, algunas prudentemente neutras– sólo dos tienen cierto tono de protesta, sin ser radicalmente discrepantes. A ellas voy a referirme, y después añadiré un comentario sobre una web significativamente titulada Gibraltar español de la que hace poco he tenido conocimiento.

 

1 – “Teta y sopa no caben en la boca” 

Desde Sevilla, un corresponsal al que llamaremos A.R. reacciona contra el “gibraltareñismo desbordante” que cree ver en mí y desarrolla la muy común queja contra el egoísmo de los gibraltareños. “Créame que entiendo, aunque no comparta, la posición gibraltareña, querer teta y sopa, pero recuerde que ambas no caben en la boca.” Y más adelante: “Pienso que Gibraltar tiene perfecta cabida dentro del marco constitucional español, con más autonomía que tiene actualmente Irlanda del Norte, ¿lo sabía Vd.?  Pero claro está, es algo que tendrían que solicitar los gibraltareños y mientras tengan teta y sopa no lo van a hacer. Si los ingleses les restringen la teta y España les corta la sopa, seguro que solicitarían la incorporación a España o de otra manera si España les cortara la sopa de verdad, sin complejos, vería Vd. qué pronto les cortaría el gobierno de U.K. la teta, pues ya no es quien fue Inglaterra, por lo que no está para dispendios colonialistas.”

Lo menos que puede decirse es que estas apreciaciones no parecen proceder de un buen conocedor de la actual economía gibraltareña ni de los “frutos” que la política española de “cortar la sopa” produjo en los años sesenta y setenta del siglo recién acabado.

Que A.R. razona más bien con la víscera cordial y no se detiene en contradicciones, lo muestra el hecho de que, tras abogar como hemos visto por dar cabida a Gibraltar en el “marco constitucional español”, teme que ello sea perjudicial para nosotros. En efecto, en otras comunicaciones me dice: “Como español  no creo que exista beneficio alguno, ni económico ni político ni de ningún tipo, en que Gibraltar sea español, ni para mí ni para la zona.” Y más todavía: “Si en estos momentos hiciese Vd. una encuesta sobre lo que los españoles pensamos sobre Gibraltar, realizada a más de 100 Km de la frontera de la Roca, posiblemente quedase Vd. un tanto atónito. A los españolitos de a pie nos trae sin cuidado, y digo más, si nos preguntasen sobre su integración en España a costa de nuestro presupuesto nacional, diríamos claramente que no.

No me parece imposible llegar a un acuerdo final con este tipo de polemista.

 

2 – Un descendiente de los gibraltareños expulsados en 1704

Otro comunicante, del que tampoco estoy seguro que desee hacer público su nombre y llamaré J.C. me dice:

 “Soy de Algeciras, mi familia lleva aquí desde que se refundó la ciudad después de la pérdida de Gibraltar, mis antepasados lucharon ese Agosto de 1704 por sus familias y sus casas y después a toque de pífano y tambor saqueador empezaron un terrible éxodo que les obligó a sortear toda clase de calamidades, se instalaron en las ruinas de la que fue Algeciras y hasta hoy, es decir llevamos quinientos años en Gibraltar y su campo.

Yo le pregunto: ¿son los gibraltareños los descendientes de los que tocaban la flauta y el tambor o los descendientes de los que huyeron al son de esa mezcla horrible de sonido con sus hijos en brazos hacia un futuro incierto y aterrador?

He aquí un mensaje –he respondido a J.C.– salido del corazón y de la historia familiar, que aporta un testimonio muy digno de respeto y sin duda muy valioso para el historiador y para el sociólogo. Un político, en cambio, cometería un error (a mi parecer) si condicionara su actitud ante problemas actuales a hechos ocurridos hace 300 años. Jamás he disimulado el hecho de que la fechoría de los ingleses en 1704-1713 fue cualquier cosa menos fair play. Que aquello fue una agresión injusta y una rapiña a escala internacional, mal disimulada por el pretendido apoyo al pretendiente austriaco a la corona, es un hecho histórico.

La cuestión es si el político de hoy debe proponerse como objetivo desandar la historia para corregir los entuertos de ayer. No creo que sea posible encontrar hoy en Gibraltar descendientes ni de los españoles ni de los ingleses de 1704. Me duele, he dicho a J.C., el resentimiento histórico perpetuado a través de generaciones.

Sin embargo, J.C. no es un resentido. En un segundo mensaje aporta otras precisiones históricas y humanas interesantes:

Mis ascendientes no sólo son los españoles de 1704 de Gibraltar sino que llevaban en la ciudad y su campo desde 1502; como usted bien sabe, sí es fácil encontrar numerosos descendientes en la pretendida heredera de Gibraltar, San Roque, en Algeciras y Los Barrios. Llegaron con el duque de Medina Sidonia desde Alcalá de Los Gazules y Medina. La seguridad de que soy descendiente de éstos no es sólo por la tradición oral de unos a otros durante trescientos años, también me he cerciorado de ello en los archivos de la parroquia de Santa María la Coronada, en los que están los libros parroquiales de Gibraltar. (...) He de asegurarle que no guardo rencor por hechos muy lejanos en el tiempo, pero sí siento dolor cuando nadie y menos desde dentro de Gibraltar recuerda que todavía existen descendientes que guarden en sus interior lo que les han contado sus antepasados.”

Invito desde aquí a J.C. a escribir un informe detallado sobre lo que sabe de sus ascendientes desde 1502, y me comprometo a interceder en la medida de mis posibilidades para tratar de que se publique, tanto en Gibraltar como en su Campo.

 

3 – “Gibraltar español”

La web http://usuarios.tripod.es/gibraltaresp advierte desde su portada que “Las opiniones expresadas en esta página no son oficiales de ningún gobierno, partido político o asociación”. Pero es evidente que sus constructores sintonizan cordialmente con las tesis oficiales del Ministerio de Asuntos Exteriores de España.

Los cinco artículos principales contenidos en este espacio electrónico son:

· Una entrevista a Abel Matutes, a la sazón Ministro de Asuntos Exteriores, publicada en 1999 en El País.

· “La reivindicación de Gibraltar”, por “Foro Arbil”.

· “Así perdimos Gibraltar”, por Francisco Javier Millán, Licenciado en Derecho.

· Violaciones al Tratado de Utrecht, por Francisco Javier Millán, Licenciado en Derecho.

· Breve historia de Gibraltar, por “Foro Arbil”.

Sobre lo que hay de verdad, de medias verdades y de errores (no necesariamente culpables) en la visión histórico-jurídico-política que tienen del tema los herederos del Ministro Castiella, cuyas motivaciones “patrióticas” no voy a poner en duda, ya he dicho bastante en otros lugares y no reincidiré aquí. El lector deseoso de formar su propio juicio tiene elementos sobrados para hacerlo, simplemente sopesando nuestras respectivas webs.

Comentaré muy brevemente otros dos elementos contenidos en el espacio de referencia:

–  Una encuesta con la pregunta “¿Consideras la situación actual de Gibraltar como un problema para España?” me parece un típico ejemplo de la ambigüedad que un buen encuestador debe evitar en la formulación de sus preguntas. En la respuesta positiva caben tanto los que sostienen que el problema lo origina el Gobierno británico al negarse a traspasar la soberanía como quienes opinan que el problema llevaría camino de arreglo en cuanto el Gobierno español reconociera a la comunidad gibraltareña como titular de derechos y se aviniera a negociar con ella. No es extraño, pues, que el porcentaje de “Sí” sea mayor.

–   No parece que Francisco Javier Millán y compañía hayan tenido más éxito que yo en animar el debate público sobre el tema. En el “Libro de visitas” veo tan sólo dos aportaciones, muy breves: un corresponsal apenas se limita a proclamar su odio a los ingleses, y otro recurre a la manida y muy discutible comparación con Hong Kong.

Como elemento positivo, digamos que el espacio “Gibraltar español” tiene la lealtad de ofrecer como “Enlaces de interés” relacionados con el tema al menos dos promovidos por el Gobierno de Gibraltar o por gibraltareños.

Desde aquí invito a F.J. Millán y a “Foro Arbil” a leerme con la atención que yo les he leído, a dialogar si lo creen conveniente, y a citar mi web entre los “Enlaces de interés” que brindan a sus lectores. No extiendo una invitación análoga a Abel Matutes, porque éste ya demostró sobradamente en sus días su voluntad de hacer oídos sordos a mis sugerencias.

 

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