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Nº 211

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             Volvemos un año más a tratar el tema de la energía nuclear. A 25 años del accidente, tal vez, más grave de la historia de las nucleares, aparecen los problemas en las centrales japonesas. Posiblemente, superando a Chernóbil.  Cuando se produjo el accidente de Chernóbil, los “entendidos”, los “expertos”, decían que las centrales nucleares rusas, eran inseguras, que no tenían todas las medidas de seguridad que deben de tener, y que esto sería prácticamente imposible que sucediera en una central Occidental y moderna. En la central de Fukushima estamos comprobando que esto no son más que opiniones interesadas y que un accidente grave que ponga en peligro a millones de personas, no solo no es probable, sino que es posible y sucede. 

 

 

¦ El accidente de Fukushima, se inició a partir del 11 de marzo de 2011. Busca en la red y en las hemerotecas de los periódicos, la explicaciones y justificaciones de los “expertos”, contaminando a la opinión pública con mensajes como “el accidente no reviste gravedad alguna”, “está todo controlado”, “en pocos días se solucionará el tema”, etc. Haced una relación de estos “expertos” e investigad a qué se dedican y para quién trabajan.

¦ Siguiendo las noticias desde el 11/3/2011, haz una relación cronológica de las medidas que fueron tomando para resolver el problema.

¦ ¿A cuántas personas desalojaron?

¦ ¿Cuántos km., alrededor de la central se encuentran desalojados?

¦ Busca en la red información de cómo se encuentra en estos momentos la central de Chernóbil. Así como la zona que fue desalojada. ¿Cuántas personas se estima que han muerto por causa del accidente de la central de Chernóbil?

¦ ¿Crees que debemos de poner en riesgo la vida de millones de seres humanos por causa del consumo?

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¡¡ SIN NUCLEARES !!Energía nuclear: 
ni segura, ni barata, ni verde

En este artículo se analiza por qué la energía nuclear no es una alternativa real, los peligros que implica y cómo beneficia solo a unos pocos.

Daisy Farnham (En lucha / En lluita) | Periódico En lucha / En lluita | 28-4-2011

La catástrofe en Japón ha vuelto a abrir el debate sobre la energía nuclear. El Gobierno japonés inicialmente decía que la situación estaba “controlada”, pero después se vio obligado a admitir que se han escapado peligrosas cantidades de radiación tras las explosiones. Además, se han cerrado 13 centrales más por daños.

La radiación ha llegado a la capital, Tokio, y en algunas zonas se han medido niveles de radiación 1.600 veces más altos de lo normal. Las preocupaciones sobre la seguridad de la comida se han extendido a Europa y EEUU. La segunda explosión hirió a once trabajadores, miles de personas han sido desplazadas y se verán afectadas las vidas de millones de personas más.

El desastre es otro trágico ejemplo del peligro que supone la industria nuclear para el mundo, y se podría haber evitado. Es una industria que prioriza sus beneficios a expensas de la seguridad y la salud públicas.

Los gobiernos del mundo están aprovechando la preocupación pública sobre el cambio climático para presentar la energía nuclear como una alternativa segura, barata y “verde”. Lo pintan como la única alternativa que puede cumplir las demandas actuales de electricidad. Desgraciadamente hay ecologistas que también lo ven como una solución a la crisis ambiental.

En realidad no cumple ninguna de estas cualidades, ni tampoco puede satisfacer las demandas mundiales de electricidad. Los intentos de dar impulso a la industria nuclear no tienen nada que ver con el cambio climático, sino con los intereses imperialistas de los países donde se genera la industria.

 

Una industria basada en mentiras

 

La mentira más grande sobre la energía nuclear es que representa una fuente energética ecológica porque no emite gases de efecto invernadero a la atmósfera. Lo cierto es que solo la última fase del ciclo nuclear, la fisión nuclear dentro del reactor, no genera grandes cantidades de dióxido de carbono. El resto del proceso de producción depende del uso de cantidades masivas de combustibles fósiles, incluyendo la extracción del mineral, el procesamiento de uranio, la fabricación de “torta amarilla” (óxido de uranio), el enriquecimiento, el transporte, la construcción de los reactores y finalmente el desmantelamiento y la gestión de los residuos.

Los reactores actualmente emiten un 30% de la cantidad que emite una central de gas. Las estimaciones actuales de las emisiones del ciclo nuclear asumen el uso de uranio de calidad superior. Pero la gran mayoría del uranio del mundo es de calidad inferior, y el proceso de extracción y procesamiento requiere aún más combustibles fósiles. De hecho, utilizando uranio de calidad inferior, el proceso entero emitiría la misma cantidad de gases de efecto invernadero que una central de gas. Construir las miles de centrales nucleares necesarias para proveer de electricidad a todo el planeta requeriría una cantidad inmensa de combustibles fósiles.

Además, la energía nuclear no es renovable. Está limitada por la cantidad de depósitos de uranio conocidos. Si la energía nuclear proveyera la mitad del suministro de electricidad actual del mundo, el uranio de calidad superior duraría menos de una década.

La tragedia de Japón ha dejado muy claro que las centrales nucleares no son seguras. Este desastre más reciente se enmarca en una historia de accidentes, fugas, incumplimientos en materia de seguridad, mentiras y encubrimientos, tan larga como la vida de la industria nuclear.

Como la mayoría de centrales nucleares, la central de Fukushima Daiichi tiene una larga historia de fallos y mentiras, incluyendo la falsificación de 29 informes de seguridad en 2002 por la empresa Tokio Electric Power Company, el encubrimiento de maquinaria dañada, fugas de agua radiactiva y la muerte de un trabajador en un accidente en 1993.

La catástrofe de Chernóbil en 1986 liberó al medio ambiente 400 veces más radiación que la bomba arrojada por EEUU en Hiroshima en 1945. El accidente desplazó a 5 millones de personas y 50 estudios concluyen que hasta ahora han muerto entre medio y un millón de personas por envenenamiento por radiación, cáncer y otras enfermedades relacionadas con materiales radiactivos. Todavía millones de personas viven en zonas contaminadas.

Además, las centrales nucleares no solo son peligrosas en momentos catastróficos. Varias investigaciones en Gran Bretaña, Alemania y EEUU identifican altas tasas de cáncer en las poblaciones cercanas a las centrales nucleares. Asimismo, hay graves riesgos para la seguridad y la salud en todas las fases del ciclo nuclear. La gente que trabaja en todas las partes del ciclo nuclear está expuesta a altos niveles de radiación.

Los residuos radiactivos del proceso de extracción se quedan en embalses que dejan entrar las partículas en el aire, el agua y, por tanto, en los ecosistemas. Una vez en la naturaleza, las partículas radiactivas siguen contaminando las fuentes de agua, el aire y las cadenas de alimentarias durante millones de años.

Lo más peligroso del ciclo nuclear son los residuos que se producen en la fisión dentro de los reactores que contienen uranio empobrecido, uranio y plutonio, el material que se usa para fabricar bombas atómicas. Estos residuos siguen siendo altamente radiactivos durante cientos de miles de años. Si se respira una millonésima de gramo de plutonio, puede causar cáncer de pulmón. Y de hecho todavía no hay ninguna instalación de almacenamiento permanente en el mundo.

 

Armas nucleares y competencia

 

La realidad de la industria nuclear es que es muy peligrosa y nada rentable. De hecho, no existiría sin enormes subsidios de dinero público. EEUU ha invertido 150.000 millones de dólares en la industria, mientras Japón invierte unos 2.000 millones de dólares de media anual. Si existe la tecnología capaz de suministrar toda la electricidad del mundo con energía renovable, ¿por qué los gobiernos siguen manteniendo una industria tan dañina y cara?

La respuesta es que la industria de la energía nuclear está estrechamente vinculada a la industria de armas nucleares —de hecho fue creada por ésta. Como la producción de energía nuclear también produce los materiales necesarios para fabricar armas nucleares, la industria resulta muy conveniente para los países que quieren producir armas para dominar a otros. Países como Israel, India, Pakistán y Sudáfrica han utilizado sus centrales nucleares para construir armas.

Esto no es casualidad. Las armas nucleares han jugado y siguen jugando un papel importante en las luchas entre ponencias imperialistas. Bajo el capitalismo, la competencia entre las clases dirigentes de cada estado para defender sus intereses económicos crea fricciones geopolíticas que el país con las armas más avanzadas domina.

Esto quedó muy patente en 1945 cuando EEUU dijo en relación a la bomba atómica que era necesario que “el uso inicial fuera adecuadamente espectacular para que la importancia del arma fuera reconocida internacionalmente”. Murieron 250.000 personas en Hiroshima para que EEUU pudiera demostrar su poder. EEUU todavía tiene las mayores reservas de arsenal nuclear.

Las demás potencias han expresado una ligera preocupación sobre la catástrofe nuclear en Japón, pero no van a abandonar a sus propias industrias. Al contrario, la mayoría tienen planes para desarrollarlas. Ya ha habido manifestaciones masivas en Alemania contra los planes de la canciller Ángela Merkel de prolongar las vidas de las centrales. Es este tipo de movilización la que es capaz de encarar y frenar a la industria nuclear y el apoyo de los gobiernos a ésta.

Cada euro gastado en la industria nuclear se le roba a la utilización de energías renovables que realmente pueden solucionar el cambio climático. El Estado español tiene 8 centrales nucleares y cada una es una potencial Fukushima o Chernóbil. Ahora más que nunca tenemos que rechazar el uso de la energía nuclear y exigir que los gobiernos inviertan directamente en energías renovables.

 

Daisy Farnham es militante de En lucha/En lluita

No olvidemos Fukushima
El apagón informativo acerca del desastre nuclear en la central nipona no significa en absoluto que el gravísimo problema medioambiental que ha ocasionado haya disminuido o esté en vías de solución.

Xsuri | 1-5-2011

www.kaosenlared.net/noticia/no-olvidemos-fukushima

 

                 Fukushima ya no es noticia aunque sigue estando enferma. Muchos creerán que si no se habla de Fukushima, es porque el problema va encaminado a su solución, que es cuestión de tiempo. No es así en absoluto.

             La información la sigue proporcionando TEPCO, la empresa responsable de la central, y el gobierno japonés, a diario. Los medios ya no la publican. Además, esa información es muy suave, pretende no causar terror, no solamente a la población más afectada, sino tampoco a los compradores de sus productos, a los turistas, al mundo entero. Y aun así, con todo lo suavemente que la están dando, no deja de ser terrorífica.

             No tienen ningún plan. O mejor dicho, van cambiando de plan cada día. Cada cosa que han hecho era la primera vez que se hacía, nadie tenía ni idea de las consecuencias. Y además, se hacía a ciegas, pues, hasta la llegada de los robots “usanos”, no se sabía a ciencia cierta cómo se encontraban los reactores ni las piscinas de combustible.

             Echar agua de mar resultó fatal, el zirconio que forma las barras donde se encuentra el uranio casa mal con la sal del agua marina. Cambiaron de plan: echarían agua dulce para refrigerar. Pero, bien por el terremoto, bien por el tsunami, bien por las explosiones de hidrógeno –o lo que fuera que explotara-, bien por la propia fusión de parte de los núcleos, lo cierto es que fisuras hay por todas partes, y el agua dulce se echa por un lado y se pierde por otro, no hay manera de llenar las vasijas con ella, ni las piscinas. Eso sí, el agua que se escapa por los agujeros es radiactiva, enormemente radiactiva. Y toda ella va a parar al océano Pacífico. Toneladas y toneladas de agua contaminada. Debe ser tanta que ya han prohibido a Greenpeace acercarse por esas aguas a tomar mediciones. De todos modos, tampoco tienen ni idea si el hormigón de las vasijas de contención medio rotas aguantará la presión de tantas toneladas de agua, en el caso de que por fin logren llenar del todo dichas vasijas.

             En las fotografías diarias que proporciona TEPCO se ve desde el inicio hasta el día de hoy un humo que se escapa. Ese “humo” es altamente radiactivo, y los vientos lo han llevado hasta ahora en dirección noroeste. Las evacuaciones no pueden ser en círculo de momento, a ochenta km en dirección noroeste hay mucha más radiación que a treinta en dirección sur. La gente está completamente confundida con el doble mensaje de su gobierno. Se tienen que marchar pero no hay peligro. O no, que no se marchen, quitaremos la tierra de los patios de los colegios y limitaremos el tiempo que los niños pueden estar al aire libre. ¿Quitarán la tierra a diario? No saben qué hacer, no tienen ni idea, y eso es lo más terrorífico.

             Reacciones en cadena provocadas por la criticidad de los núcleos, al menos en el reactor 2, se deben estar produciendo de forma constante a juzgar por el aumento del isótopo radiactivo del yodo-131. Este radionucléido tiene una vida media de ocho días, al cabo de los cuales su número se reduce a la mitad; el resto disminuye en los siguientes ocho días a la mitad, y así sucesivamente. Si la radiación medida proviniera únicamente de las emisiones de los primeros días, de cuando las explosiones, debería haber disminuido, debido a la relativa corta vida de este isótopo, no aumentado de la forma brutal en que lo ha hecho.

             Lo más peligroso de la radiactividad es que pase a la cadena alimentaria. Ingerir o inhalar un isótopo radiactivo es infinitamente más peligroso que tropezarse con él porque se encuentre en la atmósfera. Con la distancia pierde energía, pero dentro de nuestro cuerpo no hay ninguna distancia. Esos isótopos además se acomodan muy bien en nuestro organismo. Lo que están haciendo las instituciones de salud, con la corrupta OMS a la cabeza, es elevar los límites de desintegraciones atómicas –eso que llaman becquerelios- en los alimentos, y