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Legal:
MA-1584-89JUNIO-2010
Nº 200

estamos en crisis, y probablemente sea cierto, sobre todo para quienes no tienen trabajo, pero sabrías decir ¿por qué estamos en crisis?

 

¦ Si haces esta actividad con un grupo, realizar una avalancha de ideas sobre los indicadores que nos confirman que efectivamente estamos en crisis.

 

¦ Hace dos años, aproximadamente, la economía iba perfectamente, hacer otra avalancha de ideas sobre los indicadores que nos confirman que efectivamente hace dos años la economía iba bien.

¦ Hacer un cuadro resumen, con dos columnas, que se encabezarán así:

Ü UNA ECONOMÍA IRÁ BIEN SI...

Ü UNA ECONOMÍA IRÁ MAL SI...

 

¦ ¿Qué dicen los políticos acerca de lo necesario para salir de la crisis? Busca en la red, declaraciones de políticos y personas destacadas.

¦ ¿Coincide con lo expresado en la primera columna?

¦ ¿Alguna de las medidas para salir de la crisis tiene algo que ver con el consumo?

¦ Para salir de la crisis será necesario, ¿aumentar o disminuir el consumo? ¿Por qué?

¦ ¿VERDADERO O FALSO?, Si aumenta el consumo, hay más trabajo, si hay más trabajo, tenemos más ingresos, si tenemos más ingresos, podemos tener todo lo que queramos, si tenemos todo lo que deseamos, vivimos mejor.

¦ ¿VERDADERO O FALSO? Cuánto más dinero gane más calidad de vida tendré.

¦ Hacer una avalancha de ideas sobre: NECESIDADES BÁSICAS.

¦ Hacer otras avalancha de ideas sobre: NECESIDADES COMPLEMENTARIAS.

¦ Hacer una tercera avalancha de ideas sobre: NECESIDADES SUPERFLUAS.

¦ Hacer una tabla con tres columnas donde se coloquen los tres puntos anteriores.

¦ Vamos a cuantificar cada una de las necesidades para poder vivir durante un mes.

¦ Por último, os planteamos la necesidad de reducir el consumo a la mitad, de qué necesidades podríamos prescindir. Intentar poneros de acuerdo en el grupo.

¦ Ahora pasamos a leer los tres artículos siguientes.

Centro de Documentación y Educación para la PazNúmero
200Más de 20 años trabajando
para que "Otro mundo no sea
sólo posible", sino REALIDAD.Cuanto más progreso
económico realiza una
sociedad, más infelices
son sus integrantes
Consume para satisfacer tus
necesidades y no tus desesos, el
Planeta no es un pozo sin fondo.
5 de junio "Día Mundial del Medio Ambiente"ACTIVIDADES PREVIAS
El amanecer de otra economía
Cuadro de texto: No hay nada más poderoso que una idea a la que le ha llegado su momento" (Víctor Hugo)
	Todo lo que ha sucedido a lo largo de 2009 no ha sido bueno ni malo. Simplemente ha sido necesario. Al tomar un poco de perspectiva, concluimos que las crisis no son más que puntos de inflexión en nuestra larga historia de transformaciones sociales y económicas. En realidad, son el puente entre lo que somos y lo que estamos destinados a ser.
	Esta última crisis, por ejemplo, nos ha servido para darnos cuenta de que estamos evolucionando de forma inconsciente. A grandes rasgos, hemos creado un sistema que nos obliga a trabajar en proyectos en los que no creemos para poder comprar cosas que no necesitamos. Y encima pagando un precio muy alto: la progresiva deshumanización de nuestra sociedad, así como la contaminación del medio ambiente, del que ya casi no formamos parte.
	Lo sucedido en 2009 también ha puesto de manifiesto que como sociedad y sistema todavía no sabemos quiénes somos ni hacia dónde vamos. Además, esta falta de propósito y de sentido nos genera un gran vacío en nuestro interior. Y por más que triunfe la cultura de la evasión y el entretenimiento, no logramos llenarlo con nada del exterior. El problema es que hemos comenzado la casa por el tejado. Nos falta lo más esencial: los pilares sobre los que sostenerla. Y la solución pasa por aprender lo que la crisis nos ha venido a enseñar.






	Entre otras lecciones, nos ha revelado que la economía es como un tablero de juego que hemos incrustado sobre la naturaleza, en el que a través del dinero se relacionan e interactúan tres jugadores principales: el sistema, las empresas y los seres humanos. Y todo ello regulado por leyes diseñadas por los Estados, que a su vez están sujetas a una ley superior denominada "causa y efecto", por la que cada individuo, organización y nación termina por recoger lo que cosecha.
	Aunque el capitalismo ha demostrado su eficacia a la hora de promover crecimiento económico, ha resultado ineficiente para fomentar bienestar y felicidad en la sociedad. La negatividad, el estrés, la ansiedad y la depresión son las enfermedades más comunes de nuestro tiempo. La paradoja reside en que somos más ricos que nunca, pero también mucho más pobres. En este caso, la inconsciencia ha consistido en querer crecer por crecer, sin considerar la finalidad y las consecuencias de dicho crecimiento.
	Las empresas, por su parte, se han consolidado como las instituciones predominantes. Tanto es así, que el mundo se ha convertido en un negocio orientado a maximizar el lucro de las organizaciones en el corto plazo, sin importar los medios que emplean para conseguirlo ni los efectos que su exceso de codicia ocasiona sobre los seres humanos y el planeta en el que vivimos.
	Cabe recordar que desde la óptica empresarial, todo lo que está vivo es considerado como un "recurso". Y como tal, es usado y explotado para fines mercantilistas. Eso sí, la falta de valores y de sentido ha provocado que el corazón de las organizaciones -las personas que las componen- haya dejado de latir. La mayoría de trabajadores se levanta los lunes por la mañana deseando que llegue el viernes para comenzar el fin de semana. De ahí que la improductividad derivada de la gestión mecanicista amenace la supervivencia de las compañías socialmente más irresponsables.
	Nos guste o no, estas circunstancias socioeconómicas forman parte de un proceso evolutivo del que todos somos corresponsables. Y es precisamente la asunción de esta responsabilidad personal el pilar del nuevo paradigma económico que está emergiendo. Se trata de una semilla de la que está empezando a brotar la denominada "economía consciente", cuyo objetivo es que el sistema, las empresas y los seres humanos cooperen para crear un bienestar social y económico verdaderamente eficiente y sostenible.
	El primer gran reto que promueve la economía consciente es la responsabilidad social corporativa, que consiste en alinear el afán de lucro de las empresas con la humanización de sus condiciones laborales y el respeto por el medio ambiente. Otra característica es el comercio justo, que apuesta por establecer una relación comercial voluntaria e igualitaria entre productores y consumidores, de manera que todos salgamos ganando.
	En paralelo, también está cobrando fuerza el consumo responsable y ecológico, que nos invita a comprar lo que verdaderamente necesitamos en detrimento de lo que deseamos, tratando de que con nuestras compras apoyemos a organizaciones que favorezcan la paz social y la conservación del medio ambiente. Por último, cada día está ganando más adeptos el ahorro consciente, que consiste en poner nuestro dinero en bancos éticos, que, a diferencia de los convencionales, sólo invierten en proyectos que realmente benefician a la sociedad.
	La transformación de las empresas y del sistema siempre comienza con el cambio de mentalidad de los seres humanos. No en vano, nosotros diseñamos y ejecutamos los planes y objetivos de las empresas. Nosotros consumimos sus productos y utilizamos sus servicios. Y en definitiva, con nuestra manera de ganar dinero y de gastarlo construimos día a día el sistema en el que vivimos. Sólo al asumir que somos co-creadores del mundo

El sistema obliga a trabajar en proyectos en los que no se cree para poder comprar cosas que no se necesitan. El capitalismo favorece el crecimiento, pero no es eficiente en el fomento del bienestar y la felicidad social

EL FETICHE DEL CRECIMIENTO

El País, 8 de octubre de 2009

Cuadro de texto: LA OBESIDAD Y DEPRESIÓN COMO EPIDEMIAS. A PROPÓSITO DE CLIVE HAMILTON Y “EL FETICHE DEL CRECIMIENTO”

Los principales problemas de salud que afectan a las personas que habitan en el denominado “Mundo Desarrollado”, son la obesidad y la depresión, problemas de salud que ahora se tratan de enfocar unilateralmente desde una perspectiva sanitaria, denominándolos “Nuevas Epidemias”.
¿Qué se esconde detrás de esa definición?. ¿Existen intereses en privilegiar la perspectiva médico-farmacéutica para abordar estos problemas, excluyendo ópticas más integrales que traten al ser humano como algo distinto a un mero consumidor?.
A estas preguntas, entre otras muchas, responde Clive Hamilton en su libro “El Fetiche del Crecimiento”, obra cuyas conclusiones resultan esclarecedoras e inquietantes: los economistas -no todos, pero Cuadro de texto: sí los que acaparan los medios de comunicación pública- nos están engañando al vincular el crecimiento económico con el bienestar. Ello se demuestra, además, empíricamente dado que las sociedades industrializadas que poseen mejores resultados en cuanto a incrementos de su Producto Interior Bruto son las que experimentan mayor estancamiento en cuanto a índices de bienestar.
Hamilton ya nos advierte al principio de la obra con una cita de Bernard Shaw que resulta cumplida a lo largo de sus páginas: “todas las grandes verdades comienzan como blasfemias”.
Pues bien, el autor comete la mayor “blasfemia” económica y política que puede perpetrarse actualmente: afirmar que el crecimiento económico continuo de las economías desarrolladas, reflejado en sucesivos incrementos del Producto Interior Bruto, no sólo no es beneficioso para el conjunto de las sociedades, sino que es insostenible y perjudicial para éstas. O sea, que ese crecimiento que genera tantos debates políticos -y tantos reproches por no lograrlo- es un engaño, un fetiche.
Los argumentos en los que sustenta esta tesis son, precisamente, económicos: el sistema económico existente en los países desarrollados que se sujeta en el incremento continuo de una producción masiva de productos para, a su vez, mantener un consumo intensivo de los mismos es insostenible si, a la vez, se emplean los recursos naturales limitados y agotables dados por el planeta. Este crecimiento continuado, a la vez, resulta imposible en términos globales.
Pero eso, ¿tiene alguna relación con la obesidad y la depresión?. Pues sí. Mucho.
Un sistema económico basado en el crecimiento de la producción, únicamente tenderá a generar estímulos al consumo a fin de incrementar aquélla.
En el ámbito de la alimentación ello tiene mucha relevancia, ya que la publicidad nos bombardea constantemente con productos “sabrosos” compuestos en muchas ocasiones de ingredientes con un alto contenido en azúcares, sal y grasas.
El consumo habitual de estos productos, unidos a una vida sedentaria ocasionada, en muchas ocasiones, por la carencia del tiempo necesario para fomentar la realización de actividades físicas conlleva al incremento de la obesidad. A ello se une que el cuerpo humano, como todo ser vivo, posee los instintos de conservar la energía minimizando la actividad, sólo gastando la mínima necesaria para moverse, alimentarse y procrear.
En épocas anteriores, explica el autor, se recurriría a las palabras “glotonería” o “pereza”, expresiones socialmente intolerables que hoy sustituimos por la expresión “epidemia de la obesidad”, obesidad que es causada -en la mayoría de los casos- por razones psicológicas; de la misma manera que se cede al hiperconsumo de productos (automóviles, ropa, cosméticos, etc), también se cede al hiperconsumo de alimentos. Es el signo de los tiempos modernos, ya que no hay que olvidar el dato que la denominada epidemia de la obesidad no ha existido hasta los últimos veinte o, a lo sumo, treinta años.
Sin embargo, al igual que otras adicciones y patologías sociales (depresión, ludopatía, síndrome asociado a compras compulsivas, trastorno causado por déficit de atención, etc) resulta más tranquilizador, menos comprometido y, sobre todo, más “productivo”, hablar del obeso como un enfermo, medicalizar el problema y referirse al mismo como “epidemia”. Con ello, todos contentos y sobre todo la industria farmacéutica y, paradójicamente, la propia industria alimentaria.
De una parte, medicalizando el problema de la obesidad surgen nuevos productos farmacéuticos que pueden ofrecerse en el mercado, bien con carácter curativo, bien con carácter paliativo o bien, incluso, a modo preventivo.
De otra parte, la propia industria alimentaria, permítaseme la expresión, se “retroalimenta” de este problema.